domingo, 19 de diciembre de 2010

EL DÍA EN QUE MILES DE PERICOS APLAUDIERON A UN CULÉ


Metió un gol que nos hizo campeones del mundo. Saltamos, gritamos, nos abrazamos, lloramos, reímos, festejamos... pero, él seguramente que hubiése cambiado todo aquello por haber podido estrechar ayer la mano de su amigo Dani Jarque en el derbi de Barcelona.

Andrés Iniesta, es un genio como jugador, posee la sutileza de un orfebre a la hora de regatear, la precisión de un cirujano en el momento de pasar la pelota por donde sólo su mente visionaria y sagaz es capaz de imaginar, pero Andrés Iniesta es a la vez un ser humano, un ídolo de carne y hueso sin pedestal, al que te podrías encontrar en la frutería de la esquina, comprando en el hiper o comiendo el menú del día en la tasca de tu barrio. Iniesta es un modelo a seguir como jugardor pero a la vez y casi más importante, es un ejemplo como persona, un espejo en el que se deberían de reflejar todos los niños que quieren ser futbolistas y que puede que algún día tengan la suerte de disputar la final de un mundial de fútbol como le sucedió a Andrés Iniesta en Sudáfrica, en ésa histórica final en la que cuando todos saltábamos, gritábamos, nos abrazábamos, llorábamos, reíamos y festejábamos, él y sólo él se acordó de su amigo Dani Jarque haciéndolo inmortal para todos nosotros y para el universo entero.

GRACIAS ANDRÉS.



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